Huida por la vida
Shion metió su tarjeta de DNI dentro del lector de tarjeta de la oficina de la Administración del Parque. Se abrió la puerta sin sonido y se encendieron el sistema de filtración de aire y el control de temperatura. No había nadie dentro de la oficina todavía. Era extraño que Yamase no estuviera ya aquí. Shion encendió el interruptor del sistema de la administración del parque. Fue el comienzo de otro día.
—Buenos días. —Una imagen del ayuntamiento, la Gota de Luna, se apareció junto con el saludo—. Su lealtad inquebrantable a la ciudad...
Colocó la mano sobre la imagen de la Gota de Luna y recitó despacio:
—Juro de ahora en más mi lealtad inquebrantable a la ciudad de Núm. 6.
—Le agradecemos por su lealtad. Participe en su día de trabajo con sinceridad y orgullo como buen ciudadano de la ciudad. —La Gota de Luna desapareció y la sustituyó un informe de las condiciones de vida de todos los organismos del parque. Shion suspiró de alivio. Los rituales diarios de lealtad se habían convertido en una fuente de malestar para él. A pesar de que era una de las sucursales más lejanas, la oficina de la Administración del Parque todavía tenía directa afiliación con la ciudad. Se requería que todos los empleados juraran lealtad a la ciudad todas las mañanas. Si se negaban a hacerlo, perderían su trabajo.
No era gran cosa. Colocar la mano sobre la pantalla y recitar las mismas palabras eran lo único que tenía que hacer. Shion trató de hacerlo caso omiso, pero las palabras gastadas y banales del juramento de lealtad y la pura ridiculez del ritual en sí siempre lo llenaban de asco. Y por repetir este ritual banal y absurdo cada mañana, a Shion le dolía el orgullo herido. Recordó que Safu se había quejado de lo mismo. El laboratorio en el que trabajaba Safu también operaba bajo la ciudad, así que era obligatorio un ritual del juramento de lealtad también.
Shion sopló en la palma levemente. No servía de nada quejarse. Mientras fuera ciudadano de Núm. 6, mientras fuera a seguir viviendo aquí, no servía de nada preocuparse por el orgullo. Así seguía diciéndose a sí mismo.
Se abrió la puerta de la oficina y entró Yamase. Detrás de él había una mujer que parecía estar en los veinte. Yamase la llamó calladamente para que se acercara, pero sacudió la cabeza, se inclinó un poco y se fue apresuradamente; era mujer bajita con pelo largo.
—Ya veo... —Shion paró las manos sobre las teclas de control y giró para mirarle la cara cuadrada y angular a Yamase.
»—Es raro verte con una mujer, Yamase-san. ¿Puede ser que ella...? —Continuó diciendo «tu novia», pero pronto cerró la boca. Yamase estaba sentado ante su panel de control, recitando el juramento de lealtad a la ciudad. Tenía una expresión tensa. Shion se dio cuenta por su rostro de que no era el momento adecuado para las burlas.
»—Yamase-san, ¿hay algún problema?
—Shion, esa mujer... —Yamase hizo una pausa y giró hacia Shion—, es la esposa del cadáver de ayer.
—¿Eh?
Eso significaría que eran una pareja de gran diferencia de edad. Núm. 6 no tenía regulaciones estrictas en cuanto al matrimonio siempre y cuando fuera uno entre dos ciudadanos registrados que dan consentimiento. Aun si la pareja no hubiera obtenido un certificado oficial de matrimonio, no sería un problema. El problema radicaba más bien en si podrían preparar un entorno adecuado de crianza de los niños si tuvieran hijos. A la gente que no cumplía los criterios estándares de la ciudad no se le permitía el parto. Shion no sabía cuáles eran esos criterios. Sin embargo, la gente era libre de casarse, y una pareja o dos con tanta diferencia de edad no era nada del otro mundo.
—Ella dijo que solo tienen una diferencia de edad de tres años —dijo Yamase en voz baja. Shion no entendió—. Él tenía tres años más que ella —repitió Yamase.
—Tres años... pero...
Yamase asintió con la cabeza.
—Aquel cadáver solo tenía 31 años.
—¡Ni hablar! —exclamó Shion con incredulidad—. No puede ser así. Ese cadáver era de un anciano, no importa cómo lo mires.
—Sí —dijo Yamase pesadamente. —Me sorprendió también, pero el cadáver no ha sido devuelto a la señora desde entonces. Se quedan con ello en la Agencia.
—¿Quedarse con ello? Entonces, ¿dices que una autopsia no bastó para saber cómo murió?
—Supongo que eso es lo que significa.
No pudieron encontrar la causa de muerte. Shion no podía imaginar una causa de muerte que la tecnología médica de vanguardia de Núm. 6 no pudiera descodificar. La medicina durante mucho tiempo había tenido una comprensión extensiva del análisis del organismo a la escala nanómetrica. Una célula promedia medía aproximadamente 20 micrómetros; un micrómetro era 1000 veces más grande que un nanómetro. Cualquier enfermedad al nivel celular debería ser más que fácil encontrar y analizar.
Shion tenía escalofríos. El rigor mortis anormal, su disipación y el cadáver que dejó que, sin lugar a dudas, era el de un anciano: ¿qué significó todo esto? No lo sabía.
Por ahora, habló otra vez la voz baja de Yamase:
—A la señora le dijeron que murió él de un accidente en el parque y que esperara próximo aviso hasta que descubrieran su causa de muerte. Ella vino aquí hoy preguntando si al menos podía ver donde sucedió el accidente.
—¿Accidente? ¡Pura mierda!
—Tienes razón; es pura mierda. Que le dijeron a ella que fue un accidente es una gran mentira —respondió Yamase, y se rascó el cuello vigorosamente con irritación.
—Yamase-san, ¿por qué tiene que mentir la Agencia al respecto? ¿Y no es extraño que parezca que no pueden encontrar la causa de muerte?
—Sí... este incidente está lleno de preguntas sin respuestas.
—Si la Agencia no puede explicarlo, ¿podría ser una causa de muerte que nunca ha tenido ningún caso anterior?
—¿Ningún caso anterior?
—Aquel hombre murió de algo que se desconocía por completo hasta ahora, algo del que nadie ha sufrido jamás... ¿es posible eso?
—¡Shion! ¿Qué estás...? —se fue apagando Yamase. Su rostro estaba pálido. Shion pensó que su propio rostro debía tener el mismo aspecto.
»—Tomemos un poco de café, ¿de acuerdo? —Yamase de repente se puso de pie como si no pudiera soportar más el ambiente tenso. Shion se apresuró a ponerse de pie después de él.
—Oh, déjame...
—No, lo haré. Te gusta tener mucho leche dentro tuyo, ¿no es así, Shion?
—Gracias —Shion hizo una pausa—. Entonces... pero, cualquiera que mire el cuerpo podría decir que no era un accidente, ¿no?
Yamase giró hacia él. Su habitual rostro amable estaba extrañamente contorsionado.
»—¿Yamase-san?
—Shion, los cuerpos se pueden modificar.
—¿Eh?
—Y-yo... —tartamudeó Yamase—, antes de empezar a trabajar aquí, solía trabajar en el Hospital Central Municipal. Mi trabajo consistía en modificar los cadáveres.
—Modificar... ¿Qué quieres decir?
—No estaba planeando decirle esto a nadie, pero... —vaciló Yamase—. Shion, ¿alguna vez has visto un cadáver?
—Una vez, en un funeral para mi abuelo en el lado de mi mamá. Vi su cuerpo en un ataúd en el velatorio.
—¿Cómo fue?
—¿Cómo...? Parecía tranquilo. ¿No se ven todos así?
—¿Crees que sí?
—¿Estás diciendo que no?
La tecnología médica había progresado enormemente no solo en los campos del tratamiento y la prevención de enfermedades, sino que también en los de la eliminación del dolor. La tecnología de la actualidad podía eliminar cualquier cosa, ya sea por accidente o enfermedad, oscilando del dolor durante cirugía hasta la dificultad para respirar, el dolor intenso y las convulsiones sufridos en los momentos previos a la muerte. Se terminaba sin sufrimiento la vida de las personas y todas se morían con expresiones tranquilas sobre el rostro. Así era lo que le habían dicho a Shion.
Yamase le dio una taza de café. Bajó la vista e inclinó el cuello para rasgárselo como para evitar la mirada de Shion.
—Todo esto sobre la tecnología médica de vanguardia me parece incomprensible —dijo despacio Yamase—. Pero lo único que sé es que... no importa cuánto se desarrolle la tecnología, es imposible que todos mueran una muerte tranquila. De eso estoy seguro. —Se contorsionó aún más el rostro de Yamase. Le tembló un poco la mano con la que sostenía su propia taza.
»—Trabajaba durante mucho tiempo en el sótano del Hospital Central. Mi trabajo consistía en modificar los cadáveres traídos allí.
—Yamase-san, entonces, ¿de qué se trata modificar los cadáveres?
—Es un trabajo fácil. Cuando se ha confirmado la muerte del cadáver y se baja, le cubriría yo la cara con una capa de una sustancia química especial y la cubriría con este aparato. Y luego...
—¿Luego?
—Luego sonreiría. Todos lo hacían. Todos se verían como si estuvieran teniendo algún sueño maravillo.
Shion casi gritó. Era tal y como Yamase había dicho. Tenía nueve años cuando vio la cara de su abuelo difunto, y había estado sonriendo. Recordó que su madre susurró entre lágrimas: 'Es casi como si esté teniendo un sueño maravillo'.
—Por supuesto —continuó Yamase—, la mayoría de las personas que mueren no tienen que ser modificadas. Son todas las personas que han podido recibir los cuidados paliativos apropiados y que de veras han muerto una muerte tranquila. Pero todavía solo es una mayoría, no toda la población. Hay un pequeño número de personas, sin embargo, que mueren trágicamente, con el rostro que se pone rígido de dolor.
—¿Por ejemplo...?
—¿Eh?
—¿Qué tipo de personas mueren así, Yamase-san?
Yamase exhaló de modo cortante y terminó el resto de su café.
—No lo sé. Mi trabajo solo consistía en cubrir los rostros con una capa de la sustancia química y cubrirlos con el aparato. No sabía por qué estas personas tuvieron que morir con tanto sufrimiento y tristeza en la cara, y nadie me lo diría —hizo una pausa—. Pero hubo esta vez, cuando un hombre de mediana edad que fue traído... Por lo general, tengo que limpiar la cara antes de aplicar la sustancia química, y noté que el hombre tenía manchas de lágrimas sobre la cara, y... y pensé: "Tal vez había estado llorando hasta que murió". Me pregunté si había estado llorando todo el tiempo mientras se estaba muriendo. Y entonces, solo tuve este pensamiento de: "Tal vez este hombre se había suicidado".
—¿Suicidarse? ¿Un ciudadano de esta ciudad...?
—¿Crees que es imposible? —preguntó con monotonía Yamase.
—De todas las causas de muerte en los últimos diez años, el suicidio solo ha sido del 0,05 %. Y la mayoría de ellos han sido casos de impulso debidos a la psicosis temporal, así que, desde el punto de vista técnico, ni siquiera entran en ese criterio. Según las estadísticas de la ciudad, de todos modos.
—Según lo que la ciudad ha publicado como estadísticas, sí —reformuló Yamase.
No existía la desesperación en Núm. 6. Todos los ciudadanos llevaban una vida segura y acogedora. No había hambruna, ni guerra, ni angustia y ni siquiera había el dolor en los momentos previos a la muerte.
"Todos ustedes han sido programados muy bien para creer que este lío endeble y falso es la utopía perfecta", Nezumi había espetado estas palabras cuatro años antes. Ahora, Shion experimentaba su realidad palabra por palabra. El Pueblo Perdido abundaba en gente que había perdido la esperanza; tenía suficiente para comer y lo suficiente para seguir viviendo, pero no tenía esperanzas para el futuro. El Pueblo Perdido no era el único lugar (tal vez lo mismo se puede decir de Chronos). ¿Cuántas personas podrían morir con una sonrisa real en la cara y decir que han vivido una vida satisfactoria?
—Yamase-san, ¿quieres decir que la Agencia manipula la información?
—¡Shion! —advirtió Yamase, enfurruñándose y sacudiendo la cabeza violentamente—; no digas cosas así en voz alta. Nos ha contratado la ciudad y hemos jurado la lealtad. No deberíamos estar hablando sobre nuestras sospechas. No sé qué me pasa. Olvida de todo lo que te he dicho; simplemente olvídalo.
—Vale —respondió Shion con incertidumbre.
—Pues eso, pongamos en marcha a Sampo y a los demás. ¿Dónde están las regiones principales de hoy?
—Las áreas JK02 a ER005; principalmente para limpiar el follaje.
—Vale, pongámonos a trabajar.
—Tienes razón. —Comenzaron a teclear las teclas de control para los robots. Yamase dejó salir un gruñido corto de dolor.
»—¿Yamase-san?
—Ah, no es nada. Es solo que... mis dedos son extraños.
—¿Te duelen?
—No, no... es como si se sintieran rígidos... —Se puso de pie con paso vacilante, y luego de repente se cayó redondo al suelo con la cara en las manos.
—¿Estás bien?
—Mis ojos... no puedo ver... están borrosos...
En medio de estirar el brazo para apoyar a Yamase, Shion se quedó congelado, sin poder mover. El pelo de Yamase se volvió blanca y las manchas comenzaron a extenderse por las manos que le cubrían la cara.
—Shion... ¿Qué me está... qué me está pasando...?
Quedado congelado de terror, Shion observaba cuando Yamase envejeció ante él a una velocidad asombrosa. Se acurrucó cuando se tumbó en el suelo y se contrajo la espalda con espasmos violentos; tenía dificultad para respirar. Shion se lanzó contra el intercomunicador de emergencias.
—Tenemos una emergencia. Una ambulancia, por favor. ¡Rápidamente!
Yamase tosió débilmente.
"¿Qué pasaba? ¿Qué ocurría?", pensó.
Shion no pudo creer lo que se fue desarrollando poco a poco ante él. Todo parecía irreal. Su mente estaba en pánico. No sabía qué hacer ni cómo lidiar con eso. Pero, aun así, otra parte de él inquietantemente mantenía la calma.
"Observa. Analiza. Mira. No dejes de mirarlo. Asimila todo lo que puedas y absórbelo como conocimiento", pensó.
Shion tragó y levantó a Yamase en sus brazos. Después de unos espasmos débiles, se volvió quieto el cuerpo de Yamase.
—¿Yamase-san?
Su cara era inequívocamente la de un anciano, y ya no era la de quien ya no estaba vivo. Shion le comprobó el pulso y las pupilas, y el cuerpo de Yamase se enfrió más con cada minuto. Su boca estaba abierta como si estuviera atónito, igual que el hombre de ayer.
Shion casi podía imaginar que esas palabras salían de sus labios entreabiertos: 'Shion, ¿cómo pudo ocurrir esto? No lo puedo creer'.
"Tengo que cerrarle los ojos, por lo menos". Shion usó los dedos para apretarle los párpados de Yamase. No cerraron. El rigor mortis ya había comenzado a seguir su curso.
Shion se agachó al lado de Yamase, tensó los puños y siguió mirando fijamente a su colega con quien estuvo teniendo una conversación pocos minutos antes. Los sentimientos de temor, tristeza o de dolor estaban curiosamente ausentes; era como si se habían entumecido todos sus sentimientos.
"Observa. Analiza. Mira. No dejes de mirarlo. Asimila todo lo que puedas y absórbelo como conocimiento. Y memorízalo. Memorízalo. Memorízalo", pensó.
El cese de la actividad respiratoria y cardiovascular, la disminución de la temperatura corporal, el rigor mortis, las manchas de muerte, la disipación del rigor mortis, el fenómeno de post mórtem que usualmente duraba docenas de horas se estaba llevando a cabo en tan solo quince a dieciséis minutos: era como si estuviera viendo una película en avance rápido.
Shion vigiló inmóvil, con los ojos abiertos de par en par, mordiéndose el labio con concentración. Podía predecir lo que iba a pasar a continuación. Estaba sudando. Una gota cálida de sudoración se deslizó de su sien por su mejilla; su calor le aseguró que todavía estaba vivo.
"Los vivos son calientes. Tuviste razón, Nezumi. Las personas son calientes porque están vivas. Hace cuatro años, lo sabías", pensó.
Una mancha apareció en el cuello de Yamase. Era de color verde oscuro, casi negro. Shion se mordió el labio más duro. El sabor de sangre se extendió dentro de su boca. Ahí está, comenzó: lo que antes se desconoció, lo que nadie había experimentado antes. Se inclinó hacia delante. La mancha se movió; la piel sobre esa porción se hinchó un poco y se movió.
Sonó un timbre. Sampo envió una señal de objeto indistinguible. Inconsciente de los cambios que ocurrían en la oficina, parecía que Sampo y los demás se ponían a hacer sus deberes de limpieza como de costumbre. Shion la ignoró. No tenía ninguna atención extra para conceder. Todos los nervios en su cuerpo estaban fijados en la mancha; estaba pegado a ella y no pudo apartar la vista.
Shion dejó salir un grito amortiguado de horror. Se agarró el pecho y sintió su propia latido que latía contra la palma. Saltó hacia atrás. Un insecto había comido su salida de debajo de la piel del cuello de Yamase, y se retorcía para liberarse. Era del mismo color que la mancha de la que había salido. Tenía alas delgadas y plateadas, seis patas, antenas y un ovipositor similar a una aguja.
—Una abeja...
Una abeja acababa de comer su salida de un cuerpo humano. ¿Cómo podría ser...?
El insecto echó a volar. Lo siguió con su mirada, y vio cuando la ambulancia de la Agencia Médica se detuvo enfrente de la oficina. Una oscuridad repentina veló sus ojos.
Se desmayó del susto.
El insecto negro voló a toda velocidad alrededor de su visión que se oscurece. Shion gimió y se acurrucó en el suelo.
Shion se despertó con una luz cegadora que le clava los ojos. Oyó hablar una voz masculina tranquila.
—¿Estás despierto?
La luz brillaba por la ventana y el hombre estaba de espaldas a ella. Su cara la cubría una sombra. La sombra habló otra vez.
»—Levántate. Tengo algo que preguntarte.
Fue una voz que había oído antes. Shion volvió en sí y se dio cuenta de que estaba acostado sobre el sofá de la oficina. Yamase, envuelto en una tela blanca, estaba siendo sacado de la habitación. Parecía que se había desmayado solo durante unos minutos.
—Yamase-san.
Shion llamó el nombre de su colega casi sin pensar. Se le cruzó por la mente la cara sonriente de Yamase. Recuerdos fragmentados —tales como le encantaba el café, bebía varias tazas de café al día, su comportamiento tranquilo, su hábito de mirar los pies tímidamente— todos salieron despedidos en la mente.
No eran particularmente cercanos. Para Shion, él solo era un colega mayor. Nunca había confiado algo a Yamase, ni habían tenido una conversación profundamente personal. Pero a Shion le había gustado Yamase. Yamase nunca se entrometió desatendido en el espacio personal de nadie, pero no significaba eso que estuviera desinteresado. Era una buena persona, pero se había ido.
»—Yamase-san... —Comenzaron a picarle los ojos. A él le dieron una palmadita levemente en el hombro.
—Emocionémonos más tarde, ¿no? —habló perezosamente el hombre y sin emoción. El corazón de Shion saltó desagradablemente.
»—¿Nos puedes explicar la situación? —Esta voz, estas palabras: las había escuchado antes.
—Eres...
—Hace tiempo que no nos vemos, ¿no es así? Es bueno ver que todavía me recuerdas.
Era Rashi, el funcionario de interrogaciones de la Agencia de Seguridad. Tenía la misma lengua suave y ojos serios que cuatro años antes.
—¿Nos contarás todo lo que sabes, no?
Shion se encontró asintiendo con la cabeza automáticamente. Pudo sentir que su mente comenzaba a desentrañarse despacio. Su cabeza y su cuerpo se sentían pesados, y su propia voz sonaba como si viniera de lejos.
"Esto es malo", pensó.
Sonó una señal de aviso en una esquina de su mente, pero no pudo regularse tan bien como lo hizo ayer. Cada pregunta que le hizo Rashi hizo que le salieran de la boca perdidamente.
—¿Una abeja? —Rashi frunció el ceño. Miró por todas partes de la habitación e inclinó la cabeza a un lado con confusión. No se podía encontrar ningún insecto, abeja o de otro tipo, en la habitación.
»—No me lo trago.
—Mira el cuello de Yamase-san, debe haber una cicatriz... —Se tragó las palabras. Debe haber una cicatriz. Debería haber habido una, la misma, en el cuello del hombre de ayer. La Agencia había investigado ese cuerpo como una muerte no natural; no había manera de que pudieran haberla pasado por alto. Se habían dado cuenta, pero le habían dicho a la esposa desconsolada que fue un accidente. No querían que la verdadera causa de muerte se supiera; eso fue a lo que se redujo.
Shion giró la cabeza al lado como para evitar la mirada de Rashi. Había hablado demasiado. Había revelado todo lo que sabía, lo que podría haber sido algo que la Agencia nunca tuvo la intención de llegar a las personas ajenas (información clasificada que estaban dedicados a ocultar). Si así fuera el caso...
—¿Solías especializarte en ecología, no?
—Tuve la intención de hacerlo, pero nunca lo hice. No tengo relación con ella ahora.
—¿Y te interesaba la biología de los insectos también?
—La ecología abarca todo lo que tiene que ver con las interacciones que las especies tienen con su entorno. Los insectos no eran lo único que me interesaba.
—¿Ah, es así? Y, específicamente, ¿a qué te refieres en términos de la relación entre los organismos y su entorno?
—Pues...
Shion sintió que tenía sudor frío. Esbozó una sonrisa débilmente en los labios de Rashi mientras hablaba, sus palabras suaves y su tono convencional, pero su mirada nunca abandonó a Shion ni una vez.
Dos funcionarios de la Agencia de Seguridad entró; uno de ellos le susurró al oído de Rashi. Por un momento, Rashi habló:
—Espero que no te importe venir a la Agencia de Seguridad por un rato.
—¿Eh?
—No es nada en realidad. Solo es que queremos escuchar más de tu historia. Se terminará en minutos. Te prometo que no te quitaremos demasiado tiempo si vienes con nosotros.
—Yo...
Sonó un timbre. Sampo envió un error de objeto indistinguible.
»—Lo siento, tengo que operar los robots de limpieza.
—Guárdalos. En todo caso, no harás mucho trabajo hoy.
Shion lo ignoró. Minimizó la pantalla de error, y la cambió por la cámara. Un ratón pequeño y gris apareció en la pantalla, que le subió y bajó por el brazo de Sampo. Se abrió de par en par la boca y gesticuló algo con la boca incesantemente. Se llevó los audífonos a la oreja y encendió el sensor de audio.
—Shion —la voz de Nezumi fluyó a través de él—, vete de allí. Estás en peligro.
"¿Qué?", pensó.
»—Vete.
«Clic». Oyó un sonido que vino detrás de él. Shion giró, y se encontró mirando un par de cañones de pistola. No pudo distinguir qué modelo eran; sin embargo, sabía que estas no eran pistolas paralizantes de alta tecnología —no, nada de eso— sino que eran modelos más antiguos, altamente eficaz en la matanza. A los aficionados de caza deportiva le gustaba usar estos tipos de pistolas. Shion despacio encendió el interruptor de altavoz de Sampo. Ahora, el lado de Nezumi podía oír su voz.
—¿Me estás obligando a ser arrestado?
—Supongo que se puede llamarlo algo así. En cualquier caso, vas a venir con nosotros.
—¿No necesitas una razón para arrestarme?
—¿Una razón? Nada de esto. Pero si insistes... tu bicicleta, ¿quizás?
—¿Mi bicicleta?
—Usaste una bicicleta sin limitadores de velocidad. Eso es un incumplimiento de la ley, y es más que suficiente razón para arrestarte.
—¿Qué? ¿Cómo? ¿Por una razón tan ridícula, sin siquiera repasar los trámites adecuados? ¿Usar la violencia? ¿Es así cómo se arresta a un ciudadano de la ciudad? ¿Qué hay de mis derechos?
—¿Un ciudadano? ¿Derechos? —desdeñó Rashi. Shion tuvo escalofríos violentamente.
»—¿De veras crees que tienes algunos de esos?
Pudo oír a Nezumi cuando chasqueó la lengua:
—Pf. Supongo que no llegué a tiempo.
Shion exhaló y comenzó a apagar el sistema operativo. Justo antes de apagarlo, oyó sonar claramente el mensaje de Nezumi.
—Shion, no te asustes. Vengo a ayudarte.
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