miércoles, 9 de julio de 2025

[Novela] Núm. 6—Volumen 1, Capítulo 3, Parte II

 A continuación de la parte I

...

"Tuvo razón. No te asustes; cálmate. Está en tu sano juicio", pensó. Tenía que ganar tiempo, así que Shion cedió. 

—Por favor, no se pongan violento conmigo. 

—Por supuesto que no lo haremos, con tal de que cooperes con nosotros. 

—No serviría de nada tomar represalias de todos modos, ¿no?

—¿Está dentro de tus normas no pasar a la acción inútil? Buen chico, sabe de qué habla. Qué desperdicio, en verdad. 

—¿Desperdicio? ¿Qué es?

—Para ti.

—No entiendo de qué hablas.

—Lo sabrás cuando sea tiempo. Siempre has sido listo y rápido en entender, así como eras hace cuatro años. 

Flanqueado por dos funcionarios de la agencia, Shion se subió al coche. Por encima de ellos había una expansión del cielo otoñal claro y azul, el sol brillaba, los pájaros piaban y una brisa suave pasó volando por ellos: eran épocas de paz y tranquilidad. 

El coche se deslizó adelante. 

—Qué buen tiempo hoy —comentó Rashi desde el asiento de pasajero, sin darse vuelta. El funcionario sentado a la derecha de Shion inclinó con la cabeza en respuesta—. Parece que hemos tenido más días más cálidos de lo habitual últimamente. 

Rashi se dirigió a Shion y le sonrió. 

—¿Y tú? ¿Tienes coche?

—No; por lo general, monto en bicicleta o camino. 

—Eso es una buena cosa. Los jóvenes como tú necesitan mover más los cuerpos. Por cierto, lo que montamos ahora mismo es un coche a batería. Bastante cómodo, ¿no crees? 

—Me parecería excelente, si no fuera por la situación en la que me encuentro ahora mismo —respondió Shion con sarcasmo. En medio de represalia, fue lo mejor que pudo reunir. Rashi encogió los hombros un poco. 

—Como decía: este coche funciona con baterías de pilas de combustible. ¿Tienes alguna idea de cómo funcionan? Me temo que no somos muy versados en los asuntos científicos. 

—Tampoco sé mucho al respecto. 

—¿Qué tipos de cosas sabes al respecto?

—Muy poco... Quiero decir: en realidad no tengo mucho conocimiento científico. 

Los funcionarios a ambos lados de él movieron de inmediato; le agarraron de los brazos con firmeza y la voz de Rashi cambió a la de un interrogador.

—Entonces, solo dinos lo que sabes.

—Como dije: lo que sé solo es cultura general. 

—¿Por ejemplo?

La conversación fue corta, entrecortada y carente de frivolidad, pero a Shion le parecía como si hubiera una especie de pesadez estranguladora al respecto; sentía como si alguien lo estuviera ahogando lentamente con un pedazo de tela suave y mojada, sintiéndose nauseabundo. 

—Pues... mediante electrólisis, el alcohol se separa en oxígeno e hidrógeno, y al fusionarlos de nuevo, la energía es...

—¿La energía es qué?

—¿A dónde vamos? —preguntó repentinamente Shion. Se levantó, pero lo jalaron y lo empujaron a su asiento—. ¿No vamos a la Agencia de seguridad? Este no es el camino. 

La agencia se encontraba al lado del ayuntamiento. Desde la oficina de la Administración del Parque, simplemente hay que atajar por el parque para llegar allí; en coche, estaba a pocos minutos a distancia. Sin embargo, el paisaje fuera de la ventana le mostró que el coche se dirigía a la dirección opuesta. 

—¿A dónde crees que vamos?

—Eso es lo que te estoy preguntando ahora mismo —dijo irritablemente Shion. 

—No tienes derecho a hacer ninguna pregunta. 

—¿Qué? ¿Cómo pudiste...? ¿Por qué?

—¿No te lo he dicho? Eres el principal sospechoso de este caso. 

—¿Cuál caso?

—La muerte que ocurrió hoy, y la otra de ayer. Estás bajo sospecha de asesinato. 

Shion perdió la voz. Pudo oír la subida de sangre en los oídos cuando se esfumaba de la cara. 

—Eres un sospechoso peligroso. Tienes un amplio conocimiento y un cerebro inteligente para ponerlo en práctica. Me di cuenta solo por nuestra conversación. Y para colmo, estás insatisfecho con tu situación y sientes fuerte resistencia contra la Ciudad. Una capacidad superior y hostilidad hacia la Ciudad: tomar cualquiera de los dos, y no son motivos de preocupación por sí mismos. Sin embargo, tienes ambos. Peligroso de verdad. 

—Esas son acusaciones falsas. 

—¿Falsas? No estoy de acuerdo. —La mano de Rashi se estiró hacia un botón plateado junto al volante. Las voces de Shion y de Yamase comenzaron a reproducir desde las altavoces. 

'Yamase-san, ¿por qué la Agencia tiene que mentir al respecto? ¿Y no es extraño que parezca que no pueden encontrar la causa de muerte?'

'Sí... este incidente está lleno de preguntas sin respuestas'. 

Shion cerró los ojos. Fue la conversación que habían tenido solo hace unos minutos. A ellos los intervenían todo el tiempo. ¿Un micrófono lo habían escondido en el panel de control? Pero, ¿con qué propósito?

'Yamase-san, ¿quieres decir que la Agencia manipula la información?'

'¡Shion!'

Rashi presionó el botón levemente otra vez, y se apagaron las voces. Por un instante, un frío silencio cayó en el coche como si el mismo aire se hubiera congelado. 

—¿Quieres oír un poco más?

—Por favor... basta... no puedo creerlo.

—¿No?

—No maté a nadie —dijo Shion con monotonía. 

—¿Conque estás diciendo que esta «abeja» de la que hablaste es la verdadera asesina?

—Sí. 

—Qué absurdo. Una historia bastante inventada para alguien de tu inteligencia. 

—¿Qué razón tengo para matar a Yamase-san?

—Eso es lo que vamos a descifrar. Mi conjetura es que quisiste empezar una conmoción. 

—... ¿Eh?

—Una conmoción. Quisiste empezar una lo suficiente grande para sacudir las mismas raíces de la ciudad, y disfrutar de la gloria. Te debes haber considerado como algún tipo de genio que pasa por mala fortuna, ¿no? Por eso, odiabas la Ciudad por no favorecerte como te merecías, y detestabas a sus ciudadanos. Creíste que merecías más atención, así que te lo ocurrió este método de asesinato, esta muerte antinatural, para arrasar la sociedad. Tenías los conocimientos médicos y biológicos para hacerlo. Fue muy posible que usaras algún tipo de una especial sustancia química para cometer asesinato. 

Shion se hundió profundamente en la silla del coche. Se le salió la energía del cuerpo. Se dio cuenta de que fue una trampa y de que cayó directamente en su agarro. Se lamió los labios; estaban resecos y secos. 

—Ya veo —dijo con frialdad—, entonces ya se escribió todo. Una historia bastante inventada de tu parte, tal vez aún más que la mía. 

—Hay que ver lo inventada que es una vez que terminemos de interrogarte. —Hubo un sonido metálico; el funcionario a la izquierda de Shion lo esposó. 

—Hay un transmisor en ellas, y nos notifica dónde estás. Cuando lleguemos allí, podrás quitártelas. —Las palabras de Rashi le dieron una idea a Shion de hacia dónde iba: la Cuadra Oeste y el Centro penitenciario. Si se iba a someter a una investigación allí, era seguro que lo encerrarán justo después como convicto. A cambio de quitarse las esposas, a él le iban a implantar un v-chip. 

"Nezumi, es demasiado tarde. No puedo escapar". 

Cerró los ojos, y respiró hondo. 

—Qué buen chico. Guarda silencio. 

Shion permaneció despatarrado y se mordió el seco labio inferior. 

"Voy a salvarte", la voz de Nezumi resonó en los oídos. Se calmó el corazón. Se temblaron las piernas, aunque no por la desesperación ni por el miedo, sino por la rabia. La rabia contra las personas que lo engañaron. La voz de Nezumi la mantuvo a flote. El coche entró en Pueblo Perdido. 

"Mamá", pensó. 

—¿Estás preocupado por tu madre?

—¿Mi madre... qué? ¿Qué le pasará a ella?

—¿Qué le pasará? Nada. A ella no le privarán su ciudadanía solo porque su hijo es un convicto. —Rashi le susurró algo al conductor, y el coche giró a la derecha. Apareció un paisaje familiar de las calles; el coche se detuvo silenciosamente en el bordillo. 

—Mira —señaló Rashi. 

Karan estaba en el medio de entregarle a una niña pequeña una pieza de pan envuelta. Le dijo algo, y la niña asintió con la cabeza. Tanto Karan como la niña sonreían. Envueltas en la luz ámbar del otoño, parecía como si las dos fueran parte de una pintura o de una escena de un drama. Shion se inclinó hacia delante. 

—Tu madre se ve como una mujer amable. Échale un buen vistazo mientras puedas. —Rashi gesticuló con la barbilla, y el coche comenzó a moverse—. Puede que nunca la vuelvas a ver. 

Rashi se rio entre dientes de espaldas a Shion. 

»No hay nada de que preocuparte tanto. Obvio, tu madre se sorprenderá al principio, y se sentirá triste; sin embargo, lo superará. Así es la vida. Bueno, no es como si fuera a salir algo de que te preocupes por ella de todos modos. Pronto descubrirás que tendrás cosas más serias de las que preocuparte. 

A Shion le dañaron el corazón las palabras de Rashi. Su aliento se atascó en la garganta. La ira y la rebelión estalladas dentro de él poco a poco comenzaron a disiparse. Nunca jamás podría volver a su vida normal. Lo habían separado de ella para siempre. Ver a su madre grabó la sensación de desesperación más profundamente en él. 

Lo habían calculado todo. No detuvieron el coche cerca de la casa de Shion por lástima hacia él. Lo hicieron para darle el golpe de gracia, el golpe que lo derribó y le dijo: ríndete, desespérate, nunca jamás vas a volver. Fue un truco astuto y cruel para hacerle perder la voluntad de tomar represalias. 

"Vengo a ayudarte. Vengo a ayudarte", Shion abrió la boca y se repitió las palabras. 

"Vengo a ayudarte": una simple frase corta, pero la voz de Nezumi había sido firme con confianza. 

"¿Cómo se ve otra vez?", se preguntó, e intentó visualizar la cara de Nezumi. Solo pudo recordar un par de ojos grises claros. 

"¿Te veré pronto, Nezumi?"

—¿Qué? —Rashi se dio la vuelta y frunció el ceño. —¿Sonríes?

—¿Sonrío? Claro que no —le contestó Shion—, no tengo el valor para sonreír en este tipo de situación. 

—En esta situación, ¿eh? Te ves bastante tranquilo al respecto. Espero que entiendas exactamente en qué tipo de situación te encuentras ahora mismo. 

—Casi demasiado bien. 

—¿No estás tranquilo pese a eso?

—Soy un nato. 

—¿Un qué?

—Un nato —repitió Shion. —Me lo ha dicho alguien alguna vez, que soy un nato en no entender las cosas. 

Rashi miró fijamente a Shion en silencio. El coche salió de Pueblo Perdido y se dirigió a la frontera occidental. Fue la primera vez aquí de Shion porque a los ciudadanos regulares no se les permitía entrar en esta zona. Núm. 6 era ciudadela, un muro hecho de una aleación especial que rodeaba la ciudad y la cercaba. En la mayoría de las partes de la ciudad, el muro se camuflaba bien con árboles, pero en la Cuadra Oeste se quedaba desnudo. El coche circunvaló la Oficina de Control de Acceso. 

—¿No van a entrar a la Cuadra Oeste por aquí?

—Hay dos puertas. Ésa se utilizó para entrar y salir de la ciudad; la otra se utiliza especialmente para entrar al Centro penitenciario, y se conduce directamente a ello. El Centro Penitenciario es un tipo especial de instalación, incluso en la Cuadra Oeste. Lo mantenemos aislado de todos los ciudadanos generales. Me imagino que no lo supiste. 

—No, no lo supe. 

—Lo averiguarás más temprano que tarde. 

Se estrechó la carretera; un número cada vez mayor de árboles bloqueaba la luz solar. 

—Una vez que atravesamos el bosque, no habrá nada más que páramos. Más allá de las puertas será lo mismo. Probablemente será la última vez que veas vegetación, así que te aconsejo que la grabes bien en la memoria. 

Se detuvo el coche. 

—¿Qué pasa? —preguntó Rashi. 

—Ah, es que... —El conductor señaló algo enfrente de ellos. Un bulto de color plateado yacía en el medio de la carretera. Poco a poco, se levantó. 

—¿Sampo? —Shion tragó. 

—¿Qué es esto? ¿Qué está haciendo aquí un robot de limpieza?

—¿Quizás tiene órdenes de limpiar la zona forestal?

—No he oído hablar de nada al respecto. 

Sampo alzaba hojas caídas con los brazos metálicos. 

—Vigilen al sospechoso —les mandó Rashi al funcionarios y se bajó del coche. Se acercó a Sampo. Sampo se balanceó y los brazos se aferraron a Rashi. Al aferrarse a él, cayó hacia adelante. 

Rashi soltó un grito corto, y lo arrastró Sampo al suelo entre los árboles.

—¡Ah! —El conductor alzó la voz sorprendido y abrió la puerta para inclinarse hacia adelante. El siguiente momento, dos sombras pequeñas se lanzaron al coche. Eran dos ratones grises. Enseguida, cada uno se aferró a la garganta de un funcionario de la Agencia. 

—No se muevan —mandó una voz baja. Una persona se deslizó en el asiento de pasajero. Una tela gris cubría la cabeza y estaba envuelta alrededor de los hombros. De ellos, un ratón marrón se lanzó a la base del cuello del conductor. 

—Estos pequeñitos tienen bombas colocadas en los cuerpos. Si intentan algo raro, pueden contar con les vuelen las cabezas. 

El conductor lloriqueó de terror. 

—Quítenle las esposas. Y ustedes tres, bájense del coche. 

Nadie se movió. 

—¡Rápidamente! —les mandó bruscamente—. Soy impaciente. ¿Quieren que las active yo? —Hubo un sonido metálico de los ratones que se aferraban a cada garganta: «clic», «clic», «clic». Se cayeron las esposas de las muñecas de Shion. Los tres hombres se cayeron del coche, sangrados en el cuello. 

—¡Nezumi!

—Saluda más tarde. —Nezumi agarró el volante; el coche dio un giro en U y se precipitó por la carretera a toda velocidad. 

—Nezumi, ¿de veras los vas a hacer explotar?

—Idiota. ¿Crees que colocaría bombas en mis amigos leales? Eso fue solo para asustarlos. 

—¿Fueron ratones robots? Se ven como lo real. Y al respecto de Sampo, ¿cómo hiciste...?

—Cállate —le gruñó. Se jaló la tela de la cabeza y la lanzó al asiento trasero—. Envuélvela alrededor de la cabeza y mantente acurrucado. 

—¿Es superfibra? ¿Por qué tengo que envolverme con esto?

—Porque voy a chocarlo. 

—¿Chocar qué?

—El coche. 

—¡¿Qué?! ¿Por qué...?

El puño de Nezumi golpeó el volante. 

—Simplemente cállate, ¿vale? ¿Solo se te da bien hacer preguntas?

—Pero, simplemente nos podemos escapar con el coche. 

—Así fue mi plan, pero... 

—¿Pero qué?

—Salió demasiado bien. —Se acercaban al muro que separaban la Cuadra Oeste de Núm. 6. No dio señales de desacelerar—. No debería haber sido tan fácil rescatarte. 

—¿De veras?

—Naturalmente, eres burro, no lo sabrías. No hay nada más peligroso que cuando algo ha ido demasiado bien. Por eso, nos vamos a deshacer de esta cosa. Cuando te lo digo, envuélvete en esa tela y bájate de un salto del coche. Voy a chocarlo. 

—¿Qué hay de ti?

—Estoy acostumbrado a esta clase de cosas. No hay necesidad de que se preocupe por mí el chico burro. 

—¡No puedo dejarte!

El muro se acercaba más. 

—¡Bájate, abre la puerta! —le gritó Nezumi. Casi simultáneamente, los neumáticos chillaron cuando el coche se detuvo en seco. Se levantó el cuerpo de Shion, y, al siguiente momento, lo echaron contra el asiento. Si no fuera por su material amortiguador, se habría quebrado unos huesos. 

—¡Maldita sea! —Nezumi pateó con fuerza la puerta; no se movió. 

—¿Es el sistema de freno automático? —Shion hizo un gesto de dolor cuando le preguntó. 

—Lo desactivé hace mucho tiempo. Desactivé el sistema de alarma, el sistema de sensor de choque, todo. Se controla remotamente este coche —le dijo furiosamente Nezumi. 

Resonó una risita por el interior del coche; fue la voz de Rashi. 

—No permitiré que subestimen la Agencia de Seguridad. El coche en el que ustedes dos chicos están montando en realidad es un coche patrulla, aunque puede que no se hayan dado cuenta. No es algo que puedan controlar tan fácilmente. 

Nezumi maldijo.

—No sabía que tenías cómplice. Así fue algo que no esperaba. Fue todo un espectáculo; qué impresionante. ¿Por qué no tenemos una buena charla, así que puedo saberlo todo. 

Se cambió de dirección el coche, y comenzó a moverse por su cuenta. 

—Bastante callado, ¿eh? ¿No puede hablar tu amigo? ¿O hablar plantea algún tipo de problema? Ah, tu muestra de voz debe estar en el sistema, lo que implica que tienes antecedentes penales. 

—Creo que hablas un poco demasiado. —Las manos de Nezumi se movieron rápidamente—. Lo siento, pero no tengo tiempo para conversaciones inútiles con los viejos. —Nezumi se trasladó al asiento trasero y empujó a Shion—. Agáchate y ponte debajo de la tela. Agárrate. 

—¡Oye! ¿Qué haces? —Hubo un tono de pánico en la voz de Rashi. 

—Chao, viejo. Di adiós a tu coche patrulla de alta tecnología también. 

—¿Qué?

Hubo una explosión. Una oleada de impacto los golpeó. 

—¡Bájate! —El mando brusco le explotó al oído de Shion. Se abrió la puerta. Una ráfaga de aire caliente pasó sobre ellos. "Afuera. Tengo que salir", pensó Shion cuando cerró los ojos y se lanzó al mundo exterior. Se cayó al suelo y rodó. Detrás de él, oyó una explosión enorme. El coche estaba de lado, y los neumáticos giraban en el aire con impotencia. 

—Buen hecho —silbó Nezumi—. Rodaste bastante bien para alguien con una cabeza tan grande. No te lastimaste, ¿no?

—Me rasguñé bastante el brazo. ¿Y tú?

—Te lo dije, estoy acostumbrado. 

—¿Qué hiciste?

—Destruí el sistema de dirección.

—¿Cómo?

—Puede que los coches patrullas sean durables por fuera, pero son delicados por dentro. Siempre y cuando la coloque en el lugar perfecto, cualquier bomba pequeña lo dormirá. 

—Pareces saber mucho al respecto. 

—Como te lo dije: estoy acostumbrado. Bueno, ahora a salir de aquí. ¿Puedes correr?

—Claro que sí. 

Emergieron del bosque para luego ver que varios coches de la Agencia de Seguridad se acercaban en la distancia. Es probable que la zona fuera puesta en alerta de emergencia.

—Tira tu tarjeta de DNI —le mandó en voz baja Nezumi—. Date prisa, no hay tiempo que perder. Esa cosa simplemente es un peligro para nosotros. 

Shion lo sabía. Su tarjeta de DNI llevaba toda su información personal, y estaba conectada y se almacenaba en el sistema informático administrativo de la ciudad. La computadora inmediatamente podía extraer su información más reciente o localizar su ubicación mediante las ondas de radio débiles que emite su tarjeta. Llevar su tarjeta de DNI era como agitar una bandera grande y decirles a todos dónde estaba. Era dispositivo peligroso para cualquiera que esté huyendo, se esconda o tenga la intención de pasar a la clandestinidad. Nezumi le dijo que la tirara. Pero... una vez soltada, nunca podría recuperarla otra vez. Estaría tirando toda la vida en Núm. 6. Se necesitaba una tarjeta para todo desde ir de compras, pagos de facturas, y comunicación hasta entrar y salir del lugar de trabajo o de la escuela y usar transportes públicos. A los que no podían demostrar su ciudadanía no se les permitía vivir allí. 

—Tírala —repitió Nezumi, en la misma voz baja. 

Si no la tirara, no habría posibilidad de que escaparan. Sin embargo, si lo hiciera, nunca podría volver. El par de ojos grises se fijó en él. Ni se nublaron de pánico ni brillaron en desafío. Parecían tranquilos y no se pueden interpretar. Shion soltó su tarjeta de DNI. Un ratón gris apareció, agarró la tarjeta con la boca y desapareció otra vez en el sotobosque. 

—Se va a deshacer de ella por nosotros. Eso debería mantener a la Agencia ocupada un rato tratando de buscar nuestra ubicación. No es una gran distracción, pero se debe ganarnos un poco de tiempo. Vámonos. 

Un coche de la Agencia de Seguridad giró a la derecha y disapareció en el bosque. Había detectado las ondas de radio que emite la tarjeta de DNI. Corrieron en la dirección opuesta. 

—Date prisa. Una vez que la Agencia cambie a su sistema de vigilancia satelital, podrá ver todo en la tierra. Tenemos que escapar mientras todavía siguen el rastro de esa tarjeta de DNI.

—¿Adónde? ¿Cómo?

—Pues, en primer lugar, usamos eso. —Un camión pequeño estaba estacionado junto a una haya. Era un camión de la Administración del Parque; había un robot de limpieza cargado en la caja del camión. 

—Sampo... No, es Ippo¹. 

—Sí. Dijeron que quisieron ayudarte y no me escucharon, así que los llevé conmigo. Terminaron siendo bastante útiles. 

El camión comenzó a moverse. 

—Nezumi, es probable que esta zona esté en alerta máxima. Si seguimos quedándonos por aquí sin una tarjeta, nos encontrarán. 

—Tenemos una tarjeta. 

—¿Dónde?

—La tiene —Nezumi le señaló a Ippo con la barbilla. 

—¿Ippo? Ah, claro. —También se requería que los robots estuvieran registrados con la ciudad. Los robots como Ippo y Sampo, que los utilizaban las organizaciones de la ciudad, se registraron en detalle de acuerdo con sus diversos usos, y los implantaron un chip. 

—Su chip nos debe llevar a través del sistema de inspección. 

—Pero, el chip de Ippo solo muestra que es un robot de limpieza. Si lo encuentran deambulando en una zona con la que no tiene nada que ver, sospecharán. 

—Deambulamos por una zona con la que tiene todo que ver.

—¿Eh?

Se acercaban a un par de puertas plateadas. En el momento en que pasaran, automáticamente los escanearían, y si el contenido del chip se considera no apto para pasar, se cerrarían las puertas y el camión se vería obligado a detenerse. 

El camión pasó a toda velocidad por las puertas sin desacelerar. Las luces de emergencia en la puerta permanecieron apagadas. Shion emitió un suspiro. Nezumi se rio entre dientes. 

—No te pongas nervioso todavía. Es solo el comienzo. 

—Perdón, no estoy acostumbrado a esta clase de cosas. 

—Te acostumbrarás en cuestión de segundos. Entonces, te puedes relajar y disfrutas el viaje. 

—Así en realidad no es mi idea de «agradable» —le murmuró Shion. 

—Oh, ¿de verdad? La mirada en tu cara dice que lo disfrutas bastante. 

Shion suspiró profundamente otra vez, y miró el perfil de Nezumi. 

»¿Admiras mi buen aspecto?

—No, solo me di cuenta de que creciste más alto. 

—Tú también. Han pasado cuatro años. Nuestros cuatro años son mucho tiempo. Hay que esperar unos cambios. Sería poco natural no haber cambiado en absoluto. 

Cuatro años fueron mucho tiempo. Para Shion, fueron largos y turbulentos. Sin embargo, comparado con los eventos vertiginosos de las últimas horas, sintió como si fueran los días más tranquilos de su vida. Su cuerpo lo abrumó la fatiga. Nezumi sonrió con aire satisfecho.

—Pues, ¿te has dado cuenta?

—¿De qué?

—Soy más alto que tú. 

—Mentiroso —objetó Shion. 

—Es la verdad. ¿Qué has estado comiendo? Eres como un ramita. No sé cómo te podrías desnudar en frente de tu amante con un cuerpo así.

—Eso no es asunto tuyo —le contestó Shion con irritación—. ¿Me has visto desnudo? No inventes cosas. 

—¿Y si dijera que sí? —La tela envuelta alrededor de los hombros de Nezumi tembló cuando continuó riéndose. Shion había tratado una lesión en ese mismo hombro cuatro años antes. Aquellos hombros eran más amplios y más musculosos. Su pelo, alguna vez largo, era más corto, solo cubriendo las orejas, y su mandíbula y cuello todavía eran delgados, aunque no lastimosamente delgados. No llevaba remanente de la debilidad que despertó el instinto protector de Shion hace cuatro años. 

—Nezumi, ¿me has vigilado?

—¿De qué hablas? —le dijo Nezumi inocentemente. 

—No te hagas el tonto. Apareciste allí como si supieras que esto me iba a pasar. ¿Qué pasa? ¿Me estabas vigilando?

—Vaya, no seas egocéntrico. No tengo tanto tiempo libre. 

—Entonces, explícame por qué. 

—Siempre eres así, ¿no? —le dijo Nezumi—. No puedes actuar a menos que entiendes todo en la cabeza. Necesitas una explanación e interpretación para todo. 

—¿Qué sabes? —le contestó furiosamente Shion—. No finjas que lo sabes todo de mí. Necesito averiguar por qué pasó esto, y qué va a pasar. No me puedo mover en este estado confuso. 

El camión paró en seco. A Shion le agarraron el cuello y lo sacudieron con violencia. 

—Vas a moverte —le dijo entre dientes Nezumi—. Nunca jamás me dejes oírte quejarte de no poder moverte. Esos tipos no nos ven como seres humanos. Se pueden deshacer de nosotros tan fácilmente como aplastar una hormiga bajo los pies. Recuerda eso. 

Shion recuperó el aliento, y miró a la cara de Nezumi. Sus palabras encajaron en su lugar como piezas de un rompecabezas. 

"¿Derechos? ¿De veras crees que tienes algunos de esos?" El funcionario de investigaciones de la Agencia de Seguridad Rashi había dicho esas palabras, sin mover ni un músculo en la cara. Lo que había dicho, en sentido, era que se podía deshacer de Shion tan fácilmente como aplastar una hormiga, y borrarlo del mapa. 

—Bájate —Nezumi abrió la puerta. —Vamos a caminar desde aquí. 

El camión desocupado dio un giro en U y despacio se deslizaba por el camino en que había llegado. Se había cambiado a piloto automático y regresaba a la Oficina de la Administración del Parque. En su muelle de cargo estaba sentado Ippo, y, por un momento, parecía que la cabeza se inclinaba en abatimiento. 

Estaban parados en lo que funcionaba como una planta de eliminación de residuos y una fábrica de combustible derivado de residuos (CDR). Aquí, toda la basura recogida de la ciudad se clasificaba en las que se convertirán en CDR, las que se enviarán a otras instalaciones de reciclado y en las que se desharán como residuos. El 80 % del suministro de la energía de Núm. 6 provenía de la energía solar. En Chronos, cada casa estaba equipada con paneles solares y su propio sistema de almacenamiento térmico. En Pueblo Perdido, en cambio, era más común usar los CDR más baratos. Los CDR eran bloques de combustible sólido, alrededor del tamaño del pulgar de un adulto. Una vez quemado, emitían un olor débil, que cubría el pueblo. 

—Ya veo. No sería un problema entrar en una planta de eliminación de residuos con el chip de un robot de limpieza. —Si hubiera sido un robot de enfermería o una mascota robot, no habrían podido pasar. 

»Nezumi, ¿fue todo esto parte de tu plan cuando trajiste a Ippo y a los demás contigo?

—¿Más preguntas? —Se encorvaron ligeramente los hombros de Nezumi en exasperación, de espaldas a Shion, quien arrastraba detrás de él. Shion notó que ahora había un ratón gris sentado en el hombro de Nezumi. 

»Si los tuviera conmigo, no parecería sospechoso conduciendo por la ciudad. El sistema de inspección no me atraparía siempre y cuando me dirigiera hacia el oeste en la dirección de la planta de eliminación de desechos. Fueron bastante útiles, de hecho. El camión de transporte fue un poco lento, lo que me molestó. Sin embargo, esos viejos tomaron un desvío a tu casa, ¿verdad? Eso me ganó un poco de tiempo. Pero... 

—¿Pero?

—Pero me hubiera gustado salir con el coche de la Agencia de Seguridad —suspiró Nezumi—. Bueno, esto nos enseña que no se puede conseguir todo lo que quiere. Cuidado, las cosas se van a poner un poco difíciles a partir de ahora. 

—¿Eh?

Hubo una explosión. Shion giró para luego ver una nube de humo blanco. Nezumi frunció el ceño. 

—Se destruyó el camión en la puerta. 

—Lo que implica que el chip de Ippo lo leyeron y... 

—Sí. Deben haber enviado una orden de destrucción a todas las puertas. Se debió a que dejamos atrás a ese otro robot. Nos descubrieron. 

"Entonces, se han ido tanto Sampo como Ippo". 

A Shion de golpe le agarraron la muñeca. 

—Pronto se enterarán de que estamos aquí. Vamos a huir. Date prisa. 

Su agarro era tan fuerte que los dedos de Shion se comenzaron a entumecer. 

—Nezumi, me duele. 

—Cállate. Quédate cerca de mí. 

—Comprendido, suéltame. Me vas a romper la muñeca. 

Oyó chasquear la lengua a Nezumi con frustración. 

—Ese es el problema con los muchachitos delicados como tú. 

—No soy muchachito delicado —le dijo con indignación Shion—. Soy diferente de lo que era hace cuatro años. 

—¿Lo eres? Sabes, puedes ser realmente irritante a veces. Te pueden asesinar en cualquier momento, lo entiendes, ¿verdad?

—Sí. 

—Mentiroso. 

—No miento. 

Se volvió duro el tono de Nezumi. 

—Entonces, ¿qué fue esa cara allá, eh? ¿Es este el tiempo de sentirse pena por esos robots? No entiendes nada. Eres solo un muchachito ajeno. —Los dedos de Nezumi hincaron aún más, y el agarro en la muñeca se apretó dolorosamente. Shion apretó los dientes y lo soportó silenciosamente. No soportaba permitirse lloriquear penosamente después de todo lo que Nezumi le había dicho. 

Se retiraron los dedos de Nezumi de la muñeca. 

—Sígueme el ritmo si no quieres morir. Quédate cerca de mí, pase lo que pase. —Nezumi comenzó a correr. La planta de eliminación de residuos estaba abandonada. Había cámaras de vigilancia esparcidas por todas partes, pero la mayoría eran modelos más antiguos y no parecían estar haciendo muy bien su trabajo. Shion supuso que probablemente no las necesitaban porque a nadie se le ocurriría colarse en la planta de eliminación de residuos para empezar. Aun así, Nezumi peinó el camino con cautela cuando buscó una ruta que los mantuviera de la vista de las cámaras. 

Una enorme máquina de eliminación de forma de embudo emitía un zumbido constante. Los residuos que no se podían reciclar ni se podían utilizar como combustible se convertían en virutas secas aquí para ser enviados al incinerador. Las aguas residuales goteaban de la boca de la máquina en la alberca de abajo. El agua fluía despacio hacia las instalaciones de filtración en el exterior. Estaba turbio, como un río después de un ataque de las lluvias fuertes; sin embargo, en este río, no había seres vivos. Cuando bajaron las escaleras y se acercaron al agua, un olor acre se apoderó de las narinas de Shion. El piso bajo sus pies se cubría de cieno, y amenazó con hacerle tropezar en cualquier momento. Nezumi paró y le lanzó algo a Shion. 

—¿Gafas para nadar?

—Sí. Tienen sensores de infrarrojo, así que debes poder ver incluso en esta agua. 

—¿Aquí dentro?

Nezumi señaló las aguas residuales. 

—¿Te gusta bucear?

—Entonces, buceamos aquí, eh... 

—Sí, lo estamos. 

Shion respiró hondo. El hedor le llenó los pulmones. Sin decir otra palabra, se puso las gafas para nadar. 

—Guau, aprendes rápidamente —Nezumi comentó en leve diversión—. Pensé que te quejarías y patalearías.

—No quiero morir —le contestó con firmeza Shion—. No permitiré que me aplasten como alguna hormiga. Haré cualquier cosa si me salva, y eso incluye bucear en las aguas residuales también. 

Nezumi giró hacia Shion y le sonrió suavemente. 

—Entonces, sígueme. 

—Claro que sí. 

Se detuvo el zumbido bajo de la máquina. Se encendieron las luces del techo de una vez. Se podía oír el sonido de pisadas por encima de ellos. 

—Vienen. —Nezumi metió una mano en el río de aguas residuales; por ella, un ratón correteó y saltó al agua. 

—Será nuestro navegador. Trata de no salpicar. Bájate en el agua lentamente. 

Shion hizo lo que se le dijo. Respiró hondo antes de entrar. Justo antes de caerse al agua, se le cruzó por la mente una imagen de la cara de su madre. 



Notas de la traductora: 
1. Ippo significa un paso o primer paso. 














Vagabundos Lejanos

[Novela] Vagabundos Lejanos—Volumen 1, capítulo 7

 Capítulo 7:  En Camino